viernes, 14 de diciembre de 2007

Cerca de 30.000 jóvenes asturianos de entre 14 y 18 años se reconocen aún consumidores habituales de alcohol.


Fin de semana, tabaco, copas y otras sustancias. La imagen, a menudo amplificada por los medios de comunicación, del alarmante consumo de drogas entre los adolescentes asturianos parece no ser ya tan cierta. Una investigación realizada por la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, en colaboración con la Consejería de Salud, detecta una tendencia a la estabilización, incluso a la reducción, del consumo de drogas entre los más jóvenes del Principado. Los datos se deducen de una encuesta realizada entre 2.292 adolescentes de entre 12 y 18 años.

El estudio revela que, dentro de las drogas legales, el peso del alcohol es mucho más importante que el del tabaco. De hecho, José Ramón Fernández Hermida, profesor de la Facultad de Psicología y coautor del trabajo, explicó que el consumo diario de cigarrillos, en el tramo de entre 14 y18 años, ha caído de casi el 27% en 2000 a cerca de un 12% en 2007. Estas buenas cifras contrastan con la ingesta de alcohol que, pese a experimentar una tendencia a la moderación, sigue siendo muy alta. Así, el consumo habitual, en los últimos 30 días, ha pasado del 61,5% de los adolescentes al 70%, en números absolutos cerca de 30.000. La curva, pese al incremento final, revela una tendencia a la desaceleración. El estudio subraya, con todo, que un porcentaje preocupante de jóvenes, en torno a un 28%, están en una situación de riesgo por la cantidad de alcohol que ingieren.

La investigación aporta, sin embargo, otros datos muy relevantes. Así, el número de adolescentes que reconocen tomar cannabis, cocaína, éxtasis y anfetaminas tiende a estabilizarse, cuando no a reducirse. El cannabis, la droga ilegal más popular entre los jóvenes de Asturias, permanece sin cambios. El porcentaje de consumidores habituales apenas se ha movido del 19% al 21% entre 2000 y 2007. La tendencia es similar en el consumo de cocaína. Esta sustancia, que vivió su punto máximo de usuarios adolescentes en 2004, parece batirse en retirada. No llega al 3% el número de encuestados que se declaran consumidores habituales. Y lo mismo ocurre con el éxtasis. Esta droga de diseño apenas se ha movido. El número de usuarios sigue en el 0.8% desde el año 2000, tras un pico del 1,3% en 2004. La última sustancia objeto de estudio fueron las anfetaminas, que experimentan, de nuevo, una tendencia hacia la desaceleración del consumo. El número adolescentes que tomaban estas drogas ha pasado del 1,4% al 1,2% en el periodo 2000-2007. La nota discordante la marca el consumo de tranquilizantes sin receta médica que ha experimentado un incremento significativo, sobre todo, con una prevalencia más alta entre las mujeres.

La consideración de los datos podría llamar a ser optimistas, sin embargo, tanto los autores del trabajo como las autoridades sanitarias prefieren mostrarse prudentes. El profesor Fernández Hermida manifiesta, a modo de recomendación, que no hay que bajar la guardia. Hermida subraya que, efectivamente, los datos apuntan una tendencia hacia la desaceleración de los consumos pero, en su opinión, y precisamente por eso, es necesario redoblar los esfuerzos de prevención para reducir más los consumos. Amelia González, directora general de Salud Pública, coincidió con esta apreciación y manifestó que la ingesta de drogas en la población adolescente es un tema de máxima prioridad para el Gobierno. González destacó que la consejería mantendrá y reforzará las pautas de actuación vigentes para reducir los consumos.

Un aspecto, especialmente curioso del estudio, por su novedad, es la consideración de factores de riesgo y de protección en los consumos. Así, entre los primeros y por lo que respecta a las drogas legales, cabe destacar la edad --a más edad, más consumo--, el absentismo escolar, la cantidad de dinero que reciben los chicos y el mayor tiempo de ocio nocturno. En las drogas ilegales, hay que considerar además factores como el fracaso escolar --repetir curso-- o la falta de convivencia con los padres. El inicio en los consumos guarda relación también con la falta de reacción por parte de la familia, la presión de los amigos, la facilidad de acceso, la falta de apego familiar o la inexistencia de normas. En el extremo opuesto, como factores de protección, la investigación destaca el mantenimiento de vínculos familiares fuertes, la práctica de ejercicio físico, la censura del comportamiento por parte de la familia, la existencia de normas sobre el tiempo de ocio y la buena relación con la escuela. El sondeo apunta que, entre los 12 y los 14 años, en las edades más tempranas, se observan consumos pero sobre todo de drogas legales --alcohol y tabaco--. La relación de los jóvenes con las sustancias comienza a ser más fuerte a partir de los 14 años y alcanza su punto de mayor riesgo a partir de los 16.

Fuente: La voz. PZ/PL(foto)

No hay comentarios: